Reseñas agosto 2019-enero 2020
En septiembre de 2008 empecé a colaborar con las páginas culturales de La Diaria. El primer libro sobre le que me tocó escribir fue Un hombre en la oscuridad, la entonces última novela de Paul Auster. No era mi primera reseña, sin embargo: había publicado algunas años atrás en la revista de ciencia ficción Diaspar, en un periódico de reseñas llamado El estante, en la revista gratuita Pimba! y quizá en alguna otra parte, que ahora no recuerdo (por no mencionar impresiones o comentarios que subía a este mismo blog, comenzado en 2007). Pero, a diferencia de esas otras primeras experiencias, después de la del libro de Auster seguí publicando reseñas regularmente. La mayoría salieron en La Diaria, a veces hasta a razón de dos por mes. Pasaron varios equipos de editores y roles más o menos tácitos (al principio mi labor era reseñar apenas traducciones, después añadí libros nacionales, eventualmente música y alguna que otra película o serie de TV) y mis reseñas siguieron siendo publicadas. Durante los primeros años coleccioné los ejemplares en que aparecían, pero eventualmente las carpetas se ensancharon demasiado y opté por compilar todo en mi blog Lecturas Rasantes.
Fueron, entonces, 12 años con La Diaria. En esos años publiqué dos o tres reseñas de las que me enorgullecí en su momento, un par más que causaron algún tipo de alboroto, otras tantas ni especialmente buenas ni tampoco horribles, y no pocas malas y mediocres. En algunos casos me arrepentí pronto de lo dicho, no necesariamente cuando se trató de críticas negativas; en el autor de muchas de esas reseñas podría encontrar ahora alguien con quien disentir o de quien robar una idea.
Y usé en el párrafo anterior el tiempo pasado porque el 6 de diciembre de 2019 apareció la que sería mi última reseña para La Diaria, sobre Viajar no lleva a ningún sitio, de Gabriel Peveroni. Después de un par de pataletas (por mi parte), manoseos y malas actitudes (por parte de uno de los sucesivos editores) y alguna que otra charla de café desde la que reformular lo que quería hacer en esas páginas, resultó que la línea editorial de la sección de cultura y mis propios intereses como crítico ya tenían poco y nada que ver. En esos 12 años me tocó (por motu propio) defender a La Diaria, sus páginas culturales, sus editores y sus colaboradores en más de una discusión (especialmente en tiempos de Facebook) inútil, pero con el tiempo entendí que no había nada allí que me representara o que tuviera que ver conmigo. ¿Para qué seguir? Quizá esperaba la proverbial gota que desbordara el vaso.
Empecé con Auster y terminé con Peveroni. No sé cuántas reseñas fueron, ni tiene importancia. Como dije, quizá haya 3 o 4 que valgan la pena. El resto fueron obras de circunstancia, algunas más inspiradas que otras. Todas, eso sí, me sirvieron para moverme: no necesariamente hacia adelante (si es que hay algo así como un "adelante"; quizá lo único que haya es adentro y afuera, o ni siquiera eso), no necesariamente a zancadas. Pero creo que todas me fueron empujando hacia el lugar que ocupo ahora, sea el que sea, sea donde sea.
En el futuro (entre otros planes, como reactivar mi blog Ballard Rasante y comenzar uno dedicado por completo a la música de David Bowie) estaré coordinando y editando junto a mi querido amigo Francisco Álvez Francese el portal de crítica Afuera (en Twitter @AfueraBlog), que incluirá reseñas y artículos publicados con frecuencia semanal además de dossiers trimestrales dedicados a temas o autores específicos. También seguiré aportando reseñas, artículos y ensayos a medios como ArteZeta y El Astillero de las Letras.
Siguen los enlaces a mis últimas reseñas para La Diaria, junto a otras que escribí para otras publicaciones desde agosto del año pasado.
Son:
Sobre Viajar no lleva a ningún sitio (para La Diaria)
Sobre discos de David Bowie editados póstumamente (para La Razón, de México)
Sobre Fear Inoculum, de Tool (para ArteZeta)
Sobre Los errantes, de Olga Tokarczuk (para La Diaria)
Sobre David Lynch, cruzando la cortina roja, de Juan M. Corral (para La Diaria)
Sobre 2666, de Roberto Bolaño, y el weird (para El Astillero de las letras)
Sobre Revolución en sepia, de Valentín Trujillo (para El Astillero de las letras)
Sobre La sequía, de J. G. Ballard (para El Astillero de las letras)
Fueron, entonces, 12 años con La Diaria. En esos años publiqué dos o tres reseñas de las que me enorgullecí en su momento, un par más que causaron algún tipo de alboroto, otras tantas ni especialmente buenas ni tampoco horribles, y no pocas malas y mediocres. En algunos casos me arrepentí pronto de lo dicho, no necesariamente cuando se trató de críticas negativas; en el autor de muchas de esas reseñas podría encontrar ahora alguien con quien disentir o de quien robar una idea.
Y usé en el párrafo anterior el tiempo pasado porque el 6 de diciembre de 2019 apareció la que sería mi última reseña para La Diaria, sobre Viajar no lleva a ningún sitio, de Gabriel Peveroni. Después de un par de pataletas (por mi parte), manoseos y malas actitudes (por parte de uno de los sucesivos editores) y alguna que otra charla de café desde la que reformular lo que quería hacer en esas páginas, resultó que la línea editorial de la sección de cultura y mis propios intereses como crítico ya tenían poco y nada que ver. En esos 12 años me tocó (por motu propio) defender a La Diaria, sus páginas culturales, sus editores y sus colaboradores en más de una discusión (especialmente en tiempos de Facebook) inútil, pero con el tiempo entendí que no había nada allí que me representara o que tuviera que ver conmigo. ¿Para qué seguir? Quizá esperaba la proverbial gota que desbordara el vaso.
Empecé con Auster y terminé con Peveroni. No sé cuántas reseñas fueron, ni tiene importancia. Como dije, quizá haya 3 o 4 que valgan la pena. El resto fueron obras de circunstancia, algunas más inspiradas que otras. Todas, eso sí, me sirvieron para moverme: no necesariamente hacia adelante (si es que hay algo así como un "adelante"; quizá lo único que haya es adentro y afuera, o ni siquiera eso), no necesariamente a zancadas. Pero creo que todas me fueron empujando hacia el lugar que ocupo ahora, sea el que sea, sea donde sea.
En el futuro (entre otros planes, como reactivar mi blog Ballard Rasante y comenzar uno dedicado por completo a la música de David Bowie) estaré coordinando y editando junto a mi querido amigo Francisco Álvez Francese el portal de crítica Afuera (en Twitter @AfueraBlog), que incluirá reseñas y artículos publicados con frecuencia semanal además de dossiers trimestrales dedicados a temas o autores específicos. También seguiré aportando reseñas, artículos y ensayos a medios como ArteZeta y El Astillero de las Letras.
Siguen los enlaces a mis últimas reseñas para La Diaria, junto a otras que escribí para otras publicaciones desde agosto del año pasado.
Son:
Sobre Viajar no lleva a ningún sitio (para La Diaria)
Sobre discos de David Bowie editados póstumamente (para La Razón, de México)
Sobre Fear Inoculum, de Tool (para ArteZeta)
Sobre Los errantes, de Olga Tokarczuk (para La Diaria)
Sobre David Lynch, cruzando la cortina roja, de Juan M. Corral (para La Diaria)
Sobre 2666, de Roberto Bolaño, y el weird (para El Astillero de las letras)
Sobre Revolución en sepia, de Valentín Trujillo (para El Astillero de las letras)
Sobre La sequía, de J. G. Ballard (para El Astillero de las letras)
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